El último en apuntar en esa dirección fue el CEO de Seat y máximo responsable del Grupo Volkswagen en España, Luca de Meo. Durante un acto en abril, el directivo vaticinó que «los coches serán más caros dentro de muy poco». «Es un momento delicado para la industria. Se conjuga la necesidad de invertir con el pago de posibles multas. La tecnología que deberán equipar va a hacer que sean más caros», abundó, en una línea similar o la del presidente de la junta supervisora de Volkswagen, Hans-Dieter Poetsch o la del presidente de Mazda España, José María Terol, que en febrero advertía, tajante: «Todos los coches subirán de precio a partir del año que viene».
¿A qué se debe la escalada de precios? Como telón de fondo, el sector se ha topado con factores diversos: las guerras comerciales, los aranceles o el Brexit. Los dos que más influyen, sin embargo, son las restricciones medioambientales y la irrupción de los vehículos eléctricos, que a pesar de todo siguen ocupando un segmento muy reducido. Según los últimos datos de la DGT, en España hay matriculados 32.200 turismos eléctricos, apenas el 0,13% del parque nacional.
A pesar de esa escasa pegada, el número de vehículos eléctricos va claramente en aumento —en 2017 eran 14.800, el 0,6% del censo estatal— y su influencia a medio plazo se adivina crucial, en gran medida debido a la normativa cada vez más estricta sobre emisiones contaminantes. Entre enero y junio funcionan con electricidad el 3% de todos los vehículos dados de alta.
Pero vayamos al tema que nos ocupa: los precios.
Control de emisiones y coste del cobalto
Una de las claves del más que probable encarecimiento de los coches son precisamente las nuevas exigencias europeas en materia de emisiones de dióxido de carbono que entrarán en vigor en 2021, cuando no se permitirá a las marcas emitir de media más de 95 gramos de CO2 por kilómetro. Si incumplen el tope, las empresas se arriesgarán a una sanción de 95 euros por cada coche y gramo que exceda esa restricción.
A modo de referencia, el nivel promedio de emisiones de los vehículos nuevos que se vendieron en 2017 era de 118,5 gramos de CO2 por kilómetro. Para cada fabricante puede llegar a suponer una sanción de entre 2.103 y 11.198 millones de euros.
Para compensar las ventas de automóviles de grandes dimensiones y consumo, las marcas tendrán que dar salida a modelos híbridos o eléctricos, más ecológicos. «Los fabricantes vamos a necesitar muchos coches de cero gramos por kilómetro. Veremos un florecer de motorizaciones alternativas porque cada kilómetro cuenta», señaló De Meo tras reconocer que habitualmente los modelos de combustión que se comercializan no bajan de 80 gramos de CO2 por kilómetro, indicó Xataka.
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